Siempre he dicho que elegir el trabajo que tengo me llevó a
poder repartir y quedarme con más (conocimiento). De manera general, dar puede
llevarnos a quedar con menos. Por otro lado, tener la posibilidad de repartir
aquello que ya no nos cubrirá una necesidad es algo bueno, y si le cubre una
necesidad a otro es más que grandioso.
Mi sobrina María Elena vio el año pasado con mucha tristeza
cómo el día de Noche Buena mendigos buscaban en la basura. Más desvastada quedó
al pensar cuánta comida nos sobra a los que podemos comprarla… y cuánta va a
tener a la basura, lo que también sabían aquellos mendigos navideños que
registraban entre los escombros para conseguir alimentos en un día que debería
ser especial.
Siempre pensamos que somos pobres, no importa que estemos
entre el cincuenta por ciento que más dinero ingresa de un país. La riqueza
material es relativa. Conversaba con mi hermano al respecto y sacamos historias
de muchos que dicen que viven peor… la realidad es que ya no pueden viajar
fuera del país como antes, al último bautizo que le invitaron no pudieron
llevar a toda la familia; a esto le llaman vivir peor y ser pobres.
En un mundo cada vez más individualista estamos
comparándonos cada día más intensamente con los demás, pero no con todos, sino
con los que están por encima en lo que nos gustaría lograr o tener. No pensamos
en los que tienen menos… no deliberamos respecto a la gran mayoría.
Sentirse bien por lo logrado es fantástico. Sentir que
ayudamos a los demás sin esperar nada a cambio es mejor aún. Y si ni siquiera
necesitamos gastar me parece que a muchos le resultará que al final de cuentas
da, pero se queda con más.
Mi sobrina tiene una iniciativa de que cambiemos “Un plato
por una sonrisa” (puede encontrar más información es en las redes bajo el
código #1x1). El día de Noche Buena sirva un plato y llévaselo a alguien que no
conozca… la sonrisa que tendrá será mucho mayor recompensa que el dinero que
alguien le pueda pagar por él.
Le reto a que lo haga, a que saque una foto de la persona
con o sin sonrisa y que la ponga en su muro, retando a algunos amigos a que lo
imiten, no por mostrar su buena voluntad, sino para que multipliquemos tan
buena acción.
“Podemos llevar esto a cualquier día”, me dijo María Elena;
“si comes en un restaurante y sobró comida, que no te dé vergüenza pedir que lo
empaquen; lo llevas contigo y se lo das a un guardián o a otra persona… quizá
no ha comido o con eso no tendrá que comprar o pedir alimentos.”
Las emociones que suelen llamar positivas (no me gusta
llamarlas así por no considerar las otras negativas) se deben perseguir a cada
momento posible. La felicidad, por ejemplo, no debemos pensar que es un fin,
considero que es el camino a ella lo que debemos disfrutar. Esas emociones no las compramos con el dinero ganado, sino con nuestros actos hacia los demás.
Trabajamos para obtener el dinero que supuestamente nos dará
la felicidad, pero en el camino solemos destruir todo lo que en el día a día
nos la entrega sin pedirnos nada a cambio.
FRASE DE LA SEMANA
“Una semilla tiene el
potencial de un bosque; una buena acción el de un mundo mejor”
Diego A. Sosa
Consultor,
Conferencista, Coach y Escritor