sábado, 27 de agosto de 2016

¿CUÁNTAS HORAS ME CUESTA MI VEHICULO?

Vendemos nuestras horas para conseguir el dinero que adquiere nuestros bienes y servicios. Pensar en el tiempo que entregamos para hacer las compras podría ser una buena forma de valorar lo que queremos adquirir. Más cuando cambiamos de trabajo para ganar más, o decidimos iniciar un negocio en nuestras horas que hasta ese momento eran libres.
Hace unos días mi hijo mayor me preguntó cuántas horas trabajo para pagar algunas cosas. Me explicó que leía un libro en la universidad que planteaba esta interesante teoría. Un diálogo nos llevó a la conclusión de que muchas personas invierten demasiado tiempo en mejorar la calidad de vida… al no quedarles horas disponibles la pregunta es si la mejoría en su calidad de vida sirvió para disfrutarla o mostrarla.
Hagamos un cálculo: Si trabajamos 40 horas a la semana serían unas 180 al mes… algunos más, otros mucho más. Si le contamos el tiempo de llegar al trabajo y de regresar me atrevería a poner un número universal de unas 200 horas al mes dedicadas a generar dinero. Además, así puedo explicar el cálculo de manera más sencilla.
Partiendo del cálculo de las 200 horas, cada dos horas nos ganamos un 1% de nuestro ingreso. Si compramos un vehículo y pagamos con el 10% de nuestras entradas, estaríamos pagando con 20 horas de trabajo… o de vida. No calcule solo la mensualidad, también agregue lo que paga de inicial. Éste será las horas ya pagadas. Si cobra $10 000 al mes y pone diez mil de inicial, hablamos de 200 horas que le costó el inicial del vehículo.
No vaya a pensar que le quiero decir que no compre el carruaje, sino que piense bien en el compromiso de horas que hace para adquirir algunos bienes y servicios.
Hoy buscamos ganar más y estamos dispuestos a pagar con más de nuestras horas en pro de conseguir más o mejores bienes y servicios. El objetivo general, supuestamente, es mejorar la calidad de vida.
–¿Por qué dice Diego ‘supuestamente’? –Cuando decidimos hacer una adquisición, pagando indirectamente con nuestras horas, estamos cambiando uno de los componentes que más aportan a la calidad de vida, el tiempo. Mientras menos tiempo para disfrutar de lo adquirido tenemos, menos calidad de vida podemos sentir.
¿Debemos ser conformistas? No, esa no es la idea. Pienso que podemos medir lo que deseamos y tomar decisiones racionales. La compra de un vehículo de mayor categoría nos puede llevar en el mediano plazo a sacrificar (sí, sacrificar, no es una inversión) una cantidad de horas de gozo personal y familiar.
¿Cuántos trabajan más tiempo con el objetivo de ganarse un bono o más comisiones? Son muchos. Y no entraré en la paradoja de las empresas que motivan con una regalía que depende de objetivos… muchos lo sienten como una multa si no se llega a él. El sacrificio de tiempo lo hace el empleado, ¿y las grandes ganancias las reciben?… El objetivo real está claro.
Si queremos mejorar la calidad de vida a través del dinero, debemos pagar con otro tipo de divisa que no sea nuestro tiempo. Podemos invertir tiempo en mejorar nuestro sistema de ventas, de manejo del tiempo, de inteligencia emocional, etc., pero nunca en detrimento de un recurso tan poco valorado y de tanta importancia para disfrutar lo logrado. Como enseño en mi libro Tú eres la estrella, equilibrar las áreas es mejorar mi calidad de vida.

FRASE DE LA SEMANA
“Saber el valor de lo que uso para pagar valoriza lo que adquiero”
Coach, Consultor, Conferencista y Escritor



lunes, 22 de agosto de 2016

¡…NO SEAS MALITO!

En estos días escuché a una amiga emitir una frase que he escuchado mucho… demasiado, diría yo. “Fulanito, lleva a tu primita a la orilla de la playa, no seas malito”. Una frase cariñosa y quizá de gran utilidad.
Cuando joven me di cuenta que los burros se domesticaban con un látigo. Todo error era castigado. Es más, para que aprendiera algo nuevo se le amenazaba o provocaba dolor. La técnica daba resultados; durante siglos se utilizó y los burros quedaban amaestrados.
Cuando joven vi en Europa a los cocheros de caballos regalarle terrones de azúcar a sus compañeros de labor. Al preguntar, me explicaron que se habían acostumbrado a darles recompensas por el trabajo. Además, los amaban y sabían que el azúcar era una buena fuente de energía y una deliciosa merienda.
Había visto también cómo se entrena a los delfines y comencé a pensar la razón que lleva a los conocedores del comportamiento de ese mamífero maravilloso a utilizar las recompensas y no los castigos para conseguir que hagan movimientos inusitados.
El adiestramiento al humano está plagado de castigos: Los entrenadores deportivos gritan y, si las cosas no salen bien, ponen fuertes ejercicios, los profesores reparten malas notas, los padres… Y en otro lugar, que no mencionaré por respeto, nos impregnan de castigos para que hagamos ciegamente lo que nos proponen.
¿Somos malos si no hacemos lo que otros quieren? Me parece que es una manipulación sicológica la que imponemos con la frase que motivó este escrito. Si la traduzco al consciente diría algo así como: –Si no llevas a tu primita a la playa serás malito.
Como puede ver, para mí las recompensas no son solo materiales, es más, como explico en mi libro Migomismo II –Su inteligencia interpersonal en el capítulos sobre la crianza, estoy en contra de las recompensas materiales. Decirle un agrado a alguien cuando hace algo de la forma que consideramos buena o como queremos, es una recompensa. Así como motivarlo y no presionarlo, como lo hace la frase ya aquí famosa.
¿Qué le parece cambiar la frase por?:
–Cómo eres bueno, lleva tu primita al agua.
Criar o enseñar con el sistema de domesticadores de burros no me resulta tan divertido ni eficiente como usar el de entrenar a los delfines. ¿Puede reconocer la próxima vez que ofrezca un castigo y cambiarlo por una recompensa? 

EL BULLYING FINANCIERO

El acoso siempre ha existido. Desde pequeños hemos tenido que lidiar con burlas de los demás, los que buscan la forma de hacer reír a un grupo a costa de alguna diferencia notable: Suelen ser físicas, de comportamiento o de uso del dinero… estas últimas cada vez más frecuentes. ¿Cuáles son las consecuencias de recibir bullying financiero?
En los tiempos que vivimos existen dos tipos de personas que utilizan tecnología diferida: Los que no les importa lo que los demás digan, y los que temen al “qué dirán de mi primitivo aparato”.
Los primeros disponemos de excusas clásicas; en realidad puede ser que seamos tacaños, en mayor o menor dimensión, pero tacaños al fin… a los ojos de los que poseen la tecnología de moda.
El segundo grupo, por lo general, quiere la tecnología más aparente, pero no puede comprar o priorizar su adquisición. Son los que más sufren… muchas veces han comprado su ya desfasado aparato cuando era una sensación. Seguirle el ritmo a la moda tecnológica es solo para ricos… o personas con una buena capacidad de endeudamiento.
La clase menos pudiente quizá no alcance la tecnología más reciente, lo importante es estar en la punta de sus grupos sociales.
Si subimos de clase encontraremos a la llamada media; se agranda la variedad de dispositivos tecnológicos, baja la edad en la que los chiquillos reciben su propio teléfono y hasta otros equipos más sofisticados. Muchos aún no pagos, o la familia debe otras cosas que debería priorizar su pago mejor que tratar de evitar el famoso “bullying”.
La clase más alta compite con el momento de la compra… lo importante no es tenerlo, sino que sea antes que los demás, o quizá varios. La variedad en tecnología entra en juego, deben estar cubiertos todos los tipos de equipos: teléfonos, tabletas, consolas, computadoras personales y portátiles, relojes inteligentes, etc. La competencia es a muerte… hay dinero para satisfacer el hambre, no hay mayores inconvenientes.
Ser elegidos por la persona que pretendemos o ser aceptado en una manada ha sido siempre una necesidad importante a cubrir. Hace mucho lo conseguíamos, los hombres cazando y las mujeres demostrando su capacidad para tener crías, administrar un hogar y representar un trofeo ante la manada. Hoy no ha cambiado mucho: Mostrar la capacidad de mantener a la familia depende de recursos y ser la dama más codiciada de la comarca dependerá de ganar la competencia para ser elegida entre las demás. Mostrar los mejores equipos tecnológicos muestra que tenemos capacidad financiera y la elegancia. 
Destacarnos depende mucho del dinero que mostremos, de ser primeros (ya no en un deporte)… es competir. Así como los terratenientes conseguían sus parejas mostrando la tierra que poseían, el humano moderno muestra la tecnología que es capaz de adquirir. Y para mayor destaque podemos utilizar un comportamiento que siempre hemos tenido, vencer a los demás por vía de la burla. Estar por encima de otros es para muchos lo importante; no es necesario subir, mantener al otro pisado también, lamentablemente, funciona.
Cuando decidimos competir en ese estadio, y poner a competir a nuestros hijos, estamos gastando dinero que luego necesitaremos. Y peor, estamos basando nuestro valor en lo que podamos adquirir, la consecuencia es una autoestima basada en lo que poseemos y no en lo que somos, como trabajo en mi libro Migomismo – Su inteligencia Emocional Interna. Subir la autoestima evita el bullying financiero.


FRASE DE LA SEMANA
“Tener para ser aceptado es más costoso que lograr que me acepten por lo que soy”
Coach, Consultor, Conferencista y Escritor